La fundadora de nuestro Centro, Dolores Sopeña, entendió ya a finales del siglo XIX que la justicia social solo puede venir del trabajo, pero, en ese desempeño, el trabajador o la trabajadora, deben estar provistos de su entera dignidad.
Y de ahí, transmitir el mensaje de que en esa dignidad todos podemos formar parte de una gran familia en Dios.
Y así se puso manos a la obra en barrios populares y, en ocasiones, marginales, del Madrid de aquellos años.
Pero, hablemos de los antecedentes históricos:
A finales del siglo XIX, la Revolución industrial llevó a millones de personas de los pueblos a la ciudad, lo que generó en las ciudades bolsas de pobreza y hacinamiento.
Paralelamente, se fue fraguando una gran franja social por el empuje de una nueva concepción económica de la sociedad: el capitalismo.
En aquel contexto, pocas personas tenían mucho y la mayoría de las personas, muy poco.
Aquel ejército de desheredados se vino a denominar proletariado y se organizó en torno a movimientos obreros auspiciados fundamentalmente por una ideología emergente: el socialismo.
La solución que ofrecía esta corriente ideológica era la de conquistar el estado y abolir la propiedad privada para poner en manos del proletariado los medios de producción.
Fue entonces cuando el Papa León XIII publicó la encíclica Rerum Novarum que, señalando al capitalismo como el artífice de la brecha entre ricos y pobres, abogaba por la dignidad y la mejora en la calidad de vida del proletariado, preservando la propiedad privada.
Dolores Sopeña, como otras personas en aquella época, entraron en aquellas zonas marginales y bolsas de pobreza con el afán de buscar soluciones para aquellas gentes.
En Madrid, muchos lugares respondían a estas características y, uno de ellos, en el barrio de Las Injurias -situado en lo que ahora es la Glorieta de Pirámides, junto al río Manzanares y la M-30- entró Dolores Sopeña, que abogó por la alfabetización y formación de los pobres, como elementos imprescindibles para que aflorara su dignidad como seres humanos.
Y también estuvo en Vallecas, nuestro barrio. Aquí estableció un centro formativo a principios del siglo XX y heredero de aquel primer Centro, desde hace más de 60 años, este que ocupamos ahora y en pleno funcionamiento.
Después de más de un siglo su obra sigue en pie en numerosas partes del mundo, a través de la Fundación Dolores Sopeña, y también en Vallecas, en el Centro Sopeña Madrid, desde donde seguimos creyendo en la oportunidad de superación de nuestro alumnado.
Como entonces, con la revolución industrial, ahora estamos inmersos en la transformación digital, que va a propiciar desgraciadamente, un nuevo distanciamiento social.
En el Centro estamos preparándonos para seguir siendo útiles a las personas más desfavorecidas o que no han podido tener esa oportunidad, para que cuenten con un recurso, acorde a los nuevos tiempos, en su formación para el trabajo y para la vida.
Naciones Unidas proclamó en 2007 que el 20 de febrero de cada año se celebrará el Día Mundial de la Justicia Social.