Esta semana hemos celebrado el Día Internacional del Juego Responsable, una fecha que nos invita a reflexionar no solo sobre cómo jugamos, sino también sobre el impacto que el juego puede tener en nuestras vidas. Además de entretenimiento y diversión, el juego es un poderoso medio educativo.
En el Centro Sopeña Madrid, cuyo alumnado es adulto, fomentamos que la formación en las aulas se realice a través de actividades recreativas y lúdicas para que los alumnos aprendan las distintas profesiones o habilidades que desean adquirir.
Sabemos que en la adultez volver a coger los libros puede convertirse en un reto complicado, por lo que podemos valernos de las diferentes aplicaciones educativas que existen, muy prácticas cuando se trata de combinar aprendizaje y diversión.
Imaginaos un grupo de adultos en una clase del Certificado de Repostería y, en vez de tomar notas aburridas, los veis participando en un emocionante juego de preguntas y respuestas.
Cada pregunta puede estar relacionada con técnicas culinarias, medidas de ingredientes o la historia detrás de un postre famoso.
Al mismo tiempo que les presentamos el atractivo de la sana competición, están absorbiendo conocimientos que les serán útiles en su vida profesional. ¡Y ni hablar de las risas que se generan!
Otras, pueden ofrecer experiencias aún más dinámicas.
Alumnas y alumnos pueden responder preguntas levantando tarjetas que tienen códigos únicos y el docente puede ver las respuestas al instante, todo desde su teléfono.
Pensad en un taller donde se pueden compartir opiniones de manera anónima y divertida sin el miedo de ser juzgados. ¡Eso sí que es aprender en un ambiente relajado!
En nuestro Centro, integrado en la Fundación Dolores Sopeña, institución que se dedica a ayudar a personas en situaciones vulnerables, a través de sus talleres de Repostería, no solo enseñamos a hacer ricos postres, sino que también proporcionamos habilidades útiles para la empleabilidad, que es nuestro principal objetivo.
Al implementar juegos en nuestros programas, se fomenta un ambiente donde los participantes pueden aprender practicando, mientras se divierten y se motivan entre ellos.
La repostería se convierte así en un medio para no sólo adquirir técnicas culinarias, sino también para fortalecer la confianza y la colaboración.
El juego responsable en este contexto se convierte en una metodología que facilita el aprendizaje y la conexión emocional entre el alumnado y los docentes, promoviendo la socialización y el trabajo cooperativo.
Por eso, en este Día Internacional del Juego Responsable, recordemos que jugar no es solo para niños. Los adultos también pueden beneficiarse de esta forma de aprendizaje lúdico.
Así que, ¿por qué no incorporar juegos en tu próximo taller? ¡Atrévete a aprender jugando!