Peregrinar por el Camino de Santiago es una actividad que cada vez más personas se deciden a realizar, así que nuestro Centro Sopeña Madrid no iba a ser menos.
Santos Yubero, profesor de Español para Personas Migrantes y de la ESO para Personas Adultas en el Centro Sopeña Madrid nos cuenta una bonita experiencia que ha compartido con tres de sus alumnas hace unos días:
“Entre el 27 de abril y el 4 de mayo del presente año 2025, cuatro compañeros de Sopeña, 3 estudiantes de la ESO y yo, su profesor, emprendimos un viaje maravilloso que nos marcará para el resto de nuestras vidas: Recorrer el Camino de Santiago desde Piedrafita de O´Cebreiro hasta Santiago.
Con cada paso, atesoramos nuestro esfuerzo y dedicación, enfrentando desafíos físicos y en muchas de las ocasiones, emocionales, que por momentos nos llevaron al límite. El camino, con su rica historia y espiritualidad, nos brindó una oportunidad única para conectar con nosotros mismos y con los demás.
Desde el primer día, nos sumergimos en el ritmo de la caminata, sorteando obstáculos y disfrutando de los paisajes y la cultura que nos rodeaban. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que el Camino de Santiago no es solo un paseo por la naturaleza, sino un desafío que pone a prueba nuestra resistencia y determinación.
El sufrimiento se hizo presente en forma de dolor en los pies, ampollas, cansancio acumulado y momentos de duda, pero solo era un instante ya que nuestra dedicación y espíritu de superación nos impulsaron a seguir adelante.
Interiormente también llevábamos el espíritu de la Fundación Dolores Sopeña de solidaridad y servicio, encontrando en este viaje una oportunidad para crecer y fortalecernos como equipo. La Fundación Dolores Sopeña, conocida por su labor en favor de personas en situación de vulnerabilidad, nos inspiró a enfrentar los desafíos con valentía y a apoyarnos mutuamente en los momentos difíciles.
A medida que avanzábamos, la amistad reforzada y el apoyo mutuo se convirtieron en pilares fundamentales de nuestro éxito en el viaje.
Compartir experiencias, risas y momentos duros nos unió aún más y nos recordó que, juntos, podemos superar cualquier obstáculo. Finalmente, después de días de caminata, llegamos a la catedral de Santiago de Compostela, donde la sensación del deber cumplido nos invadió todo el cuerpo. Haber superado obstáculos y alcanzado nuestra meta, nos llenó de una sensación difícil de explicar, pero muy parecida al éxtasis.
La llegada fue un momento emotivo, marcado por la alegría. El Camino de Santiago no solo fue un desafío físico, sino también una experiencia espiritual y emocional que nos unió aún más como compañeros y nos recordó la importancia de la perseverancia y el trabajo en equipo.
Esta aventura será un recuerdo imborrable para nosotros, un testimonio de lo que se puede lograr con esfuerzo, dedicación y un espíritu rebelde. Al finalizar nuestro viaje, nos llevamos con nosotros no solo la acreditación de peregrino (la famosa Compostela), sino también la certeza de que, juntos, podemos alcanzar grandes cosas”.