Santos Yubero es un profesor voluntario en el Departamento de Español para Inmigrantes en nuestro Centro de Formación y Capacitación Sopeña Madrid. Y hace pocos días ha vuelto de un viaje de placer a Filipinas, donde ha encontrado la impronta de culturas como la española, en esas islas del Sudeste Asiático, sobre el Océano Pacífico.
Entre los escasos vestigios de nuestra cultura han permanecido sobre las demás cosas, la religión católica, mayoritaria entre los filipinos, y la lengua española.
Esa diversidad, tan importante para un centro como el nuestro, donde hay usuarios hasta de 61 nacionalidades, es allí también un ejemplo de convivencia.
Como curiosidad, aunque se hablan 175 idiomas diferentes, según la Constitución de Filipinas, que data de 1987, el español “debe promoverse de forma voluntaria y opcional”.
Santos Yubero compartirá su experiencia en el país asiático, como base pedagógica para sus clases de español, pero de momento ha querido dejarnos en este blog este aperitivo:
“Hace apenas unos días he vuelto de un viaje de casi un mes que he pasado en Filipinas, en concreto en la isla de Luzón (la principal del archipiélago compuesto por más de 7.000 islas y que alberga su capital, Manila).
He usado para moverme todos los medios de transporte que podáis imaginar, principalmente la bicicleta, que he llevado desde España, y que gracias a ella me ha permitido moverme por los sitios más inimaginables, pero también usé el Yipni, moto con sidecar, autocar, motocicleta…
Ha sido una experiencia inolvidable en todos los sentidos. Un agradable choque cultural y también climatológico: salí de España el 7 de enero a temperaturas bajo cero y, después de 17 horas, me planté en Manila a 30 grados… espectacular.
La esencia española en las islas, desgraciadamente y después de permanecer allí 400 años, es prácticamente inexistente. No obstante, dejamos un bien intangible que ha calado muy hondo: la religión católica, de la cual son la mayoría de filipinos fervientes creyentes y practicantes (son muy devotos de Jesús Nazareno y del Santo Niño). Por áreas de la zona sur de la isla de Mindanao existe una minoría musulmana, que en la isla de Luzón es inapreciable.
Ciertamente se denota algo común a muchos países y culturas asiáticas, la convivencia del progreso, representado por las grandes corporaciones empresariales y sus inmensos edificios, y la pobreza de las calles (Manila y su área metropolitana tienen 17 millones de habitantes), donde mucha, muchísima gente subsiste con escasísimos recursos y duerme en la calle o en chabolas precarias (el clima, al ser benigno, lo favorece). Es una pobreza no delincuencial ni marginal, es decir que Filipinas, desde mi experiencia, es un país seguro y fiable, de buena gente…
Sus nombres y sus costumbres destilan sabor español por todos lados, sin ser ellos conscientes de ello, ya que, como decía, la cultura colonial en sí no se conoce. Es curioso que personas con nombres como Natividad e Isidro, o apellidos como Vázquez o Rodríguez (mayoría abrumadora) desconozcan el origen de sus raíces. Curiosamente, a los españoles nos quieren y aprecian mucho y se desviven por ayudar.
Bueno, como colofón, señalaré que la experiencia ha sido plenamente gratificante y que es una pena que la distancia y los desplazamientos para ver completamente el archipiélago requieran, no de 25 días como yo he tenido, sino de muchísimo más tiempo que me ha faltado y que, en el mundo occidental de hoy en día es imposible (por el trabajo y otros menesteres y obligaciones)”.